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Salón Los Ángeles: así se vivieron 85 años de historia en una noche

Cada orquesta que se presentó en el aniversario 85 representó una época de la historia del salón.

 ·  agosto 3, 2022
Salón Los Ángeles: así se vivieron 85 años de historia en una noche
Foto: Revista Danzoneros.

Este martes 2 de agosto fue diferente, la fila a fuera de Lerdo 206 fue más larga de lo normal. Caras nuevas ocuparon las sillas color rojo al rededor de la pista y decenas de ojos apuntaban fijamente a los cuadros que colgaban de las paredes. La colonia Guerrero estaba de fiesta, y no por la verbena patronal de su antigua iglesia, sino por el festejó del 85 aniversario del salón Los Ángeles.

Poco después de que el presidente Lázaro Cárdenas del Río decidiera nacionalizar los ferrocarriles en México, Miguel Nieto Alcántara decidió convertir su bodega en un salón de baile, donde los obreros lucieran pantalones bombachos, leontinas brillosas, sacos largos y sombreros de ala ancha. Esa moda chicana de los años 20 se convirtió en parte de la identidad del salón hasta la fecha, pareciera que el lugar hizo un pacto con el tiempo para convertirse en guardián de la memoria barrial y cultural de la Ciudad de México.

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Pachucos en el 85 aniversario del salón Los Ángeles / Foto: Revista Danzoneros.

La historia en el escenario

Cada agrupación que le festejó a este sitio octogenario representó un momento de su vida: Felipe Urbán y su danzonera simbolizó la época que vio nacer al salón, cuando el danzón se bailaba arriba de un ladrillo, sin técnica, solo dos caras que de movían frente a frente en los límites de un pequeño rectángulo. Ramón Cedillo y su Big Band recordó a la época de oro de Glenn Miller, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y el swing estaba en su apogeo.

También se le rindió tributo al altar más grande que hay en Los Ángeles, ya que al fondo está situado bajo las luces neón de color rojo un santuario a quien revolucionó el mambo: Dámaso Pérez Prado. Los Reyes del Mambo se encargaron de orquestar rutinas masivas, mientras las sucesoras de las mexicanas Dolly Sisters se contonearon en el escenario.

El hijo pródigo regresó a casa: la Sonora Santanera volvió al lugar que la vio nacer hace hace 60 años para tocar clásicos como La boa, El mudo y Perfume de gardenias. Por su parte, el Conjunto África representó esa época de la cumbia setentera en México, que mejor que tocar Los Luchadores para ejemplificar una escena chilanga de aquella época. En tanto, Héctor Infanzón se encargó de recodar ese vínculo entre la música del barrio y el gremio intelectual a través de su latin jazz. Pasada la media noche, la Explosiva Sonora Dinamita revivió éxitos de la cumbia colombiana como Se me perdió la Cadenita, Mi cucu y Mil horas.

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Felipe Urbán y su danzonera en salón Los Ángeles. / Foto: Arturo Ordaz.

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Su casa es el salón Los Ángeles

El salón es un ser viviente que respira, ríe y también se queja de su edad. En su torrente sanguíneo corren las mismas personas cada semana, las cuales transportan el oxígeno cada que mueven sus cuerpos en la pista de baile. Sin embargo, este lugar también emite un pequeño gemido de dolor cuando pisan un pequeño pedazo de duela sensible.

Aunque este 2 de agosto Los Ángeles recibió a decenas de visitas y almas poco recurrentes, quién mejor para hablar sobre este lugar que quienes viven y circulan por su sistema cada semana. Mayra Patricia Castañeda conoció el salón hace 25 años aproximadamente, fue a partir de la visita de Rubén Blades que se enamoró de esta máquina del tiempo. A partir de ahí decidió venir todos los martes para bailar danzón, ritmo del cuál se enamoró.

«Me gusta el mambo, me gusta mucho el danzón, ya que es mi pasión pero también soy mambera de corazón. Me gusta venir a todos los aniversarios porque tocan de todo, desde las grandes bandas, hasta rumba y cha cha chá», comentó Castañeda Mendoza con una amplia sonrisa.

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Ramón Cedillo y su Big Band en salón Los Ángeles. / Foto: Revista Danzoneros.

Su rutina de cada martes es dejarle su vehículo al que acomoda los carros, después saluda a quienes custodian la entrada del salón para seleccionar la misma mesa del lado izquierdo, donde su mesero preferido la atiende. «Me gusta venir, es un salón que queremos, que sentimos como nuestra casa».

Símbolo de identidad

Ricardo Zamorano contó que está en su memoria cómo era la fachada de Los Ángeles desde que iba a la secundaria, ya que al ser habitante de la colonia Guerrero, este salón era parte de su camino a la escuela. Hoy no sólo es un fiel asistente a los domingos de salsa y son, también se convirtió en parte de la imagen del lugar. «El señor Nieto nos pide que vengamos porque es como una escenografía del salón y nos gusta, es parte de lo que tiene el salón Los Ángeles», comentó el pachuco.

Con un saco color azul aqua, una camisa rosa y zapatos bicolor, Zamorano confesó que sus inicios en el baile fueron en la calle con los sonidos, pero con el tiempo se volvió salonero. «Fue hace como 20 años, me acuerdo bien. Fue cuando le hicieron su homenaje a Felipe Urbán, iban a tocar el danzón Salvaje. Desde en ese momento me cautivó escuchar el danzón porque se tenía que contar, estar oyendo y me llamó la atención», relató sobre su primera ocasión en este lugar.

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Aunque su ritmo favorito es el danzón, el trabajo no le permite venir cada martes, pero se convirtió en un asistente fiel a los domingos de son. «Trabajo los 5 días de la semana pensando en sábado y domingo para venirme a bailar. Este domingo ya estoy pensando en el siguiente domingo y en qué ropa voy ponerme».

Después de 85 años, asistir a este santuario se volvió una devoción a la vida, a la diversión y al amor al baile. Esta antigua duela de madera no sólo se convirtió en fábrica de anécdotas e historias, también en parte de la vida de centenas de bailarines; en un pedacito de memoria histórica que muchos desean conservar.

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