Recuerdos de la Danzonera Dimas
Aunque no haya certeza, aún está la esperanza que la danzonera creada por Amador Pérez resurga como lo ha hecho antes.
Algunas veces hierve la sangre al escuchar alguna pieza musical, no parece haber una razón específica para ello, pero el evento ocurre cuando “se presentan los duendes”, dirían con aire gitano los amantes del flamenco. Los taurinos expresarían “se ha destapado el frasco de las esencias”, pero creo que a todos nos ha ocurrido esta situación alguna vez.
Recuerdo que estando una tarde de esas no tan calurosas en Veracruz, en el Zócalo para ser precisos y con el murmullo de la brisa refrescando el ambiente, cuando surgió aquella magia que envuelve la atmósfera cuando la danzonera Dimas comenzó a interpretar “El Acahual”. Creo sin temor a equivocarme que muchos de los que estábamos en ese momento nos rendimos cautivados con la polifonía y magistral ejecución de los músicos, soltamos un caluroso y espontáneo aplauso al terminar el último acorde exigiendo con vehemencia la siguiente pieza.
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Tengo clara la imagen de ese día, la orquesta ya había interpretado varios temas y fue justamente en la parte final de su actuación, en los últimos danzones cuando ocurrió el momento que describo en el primer párrafo, esas tres o cuatro ejecuciones últimas fueron de supremo disfrute.
Recuerdo también al centro del templete a Santa Luna utilizando las claves que yo le regalé y que traje después de un viaje a Cuba, esas claves un poco más largas y de una madera de granadillo color café rojizo, emitían un sonido característico. ¡Qué sonido! Parecía que en ellas estaba impregnado el espíritu del ritmo, el sol y la alegría de la Habana.
Los músicos habían también entrado en una conexión emocional con sus partituras y los bailadores, entre ellos destacaba por su estatura física y también musical el joven director y bajista Roberto Romero Pérez, tocando su instrumento y dando las indicaciones pertinentes en esa tarde inolvidable.
Roberto fue el heredero más joven de una de las más antiguas agrupaciones danzoneras, y también una de las más importantes y tradicionales en el ambiente danzonero de México: “La Danzonera Dimas”, que ya sobrepasaría los 100 años de existencia, puesto que fue creada allá por los años 20 del siglo pasado por el gran maestro del trombón y compositor Oaxaqueño Don Amador Pérez Torres “Dimas”, creador del más emblemático danzón de México “Nereidas” y el maestro Silverio Prieto reconocido ejecutante de la trompeta.
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En 1976 al fallecer Don Amador la orquesta entra en una pausa de casi una década y es cuando su hijo el maestro Felipe Pérez se convierte en director y retoma la actividad musical con la Orquesta, a su vez cuando el maestro Felipe fallece es su nieto Roberto Romero quien hereda el extraordinario catálogo de la danzonera y se convierte en un joven y talentoso director, finalmente todo queda en la familia.
A Roberto lo recuerdo como un joven apuesto, extraordinario músico, muy correcto y atento, siempre con una sonrisa y dispuesto a colaborar, recuerdo que desde que organicé en 2009 mi primer congreso de danzón y en otros posteriores, siempre conté con su participación sin imponer obstáculos administrativos que en algunas otras orquestas había que salvar.
La escena que describo en El Zócalo de Veracruz si mal no recuerdo fue en mayo del año 2015, en uno de tantos eventos qué organiza Miguel Zamudio en el puerto, ya que el último día de septiembre de ese mismo año ocurrió la trágica noche en que el maestro Roberto perdió la vida, dejando acéfala a esa mítica orquesta, que ya va para ocho años que prácticamente no tiene presentaciones en público.
Roberto no alcanzaba los cuarenta años de edad cuando el gas que inundó el departamento en el que se encontraba cortó silenciosamente su vida, la de Peggy y el pequeño Dieguito. Una desgracia que nos entristeció a todos en la comunidad danzonera y que interrumpió una vida llena de talento que generosamente era obsequiado por el maestro Romero a la música que interpretaba su orquesta, la de sus antecesores. Le tocó ser celoso guardián del repertorio que siempre estuvo en poder de su familia.
Extraño mucho a la Danzonera Dimas con la que tanto disfrutaba bailar y estoy segura que muchos bailadores y amantes del danzón echamos de menos momentos mágicos que surgían de las interpretaciones de la orquesta.
La semana pasada busqué a Santa Luna para saludarla y también con el propósito de indagar acerca de la danzonera, albergaba la esperanza de saber que quizás estaba trabajando silenciosamente en presentaciones de las que yo no estuviera enterada, o que alguien había retomado la batuta y preparaba una reaparición. En fin, cualquier noticia alentadora que alimentara mi ilusión de volver a disfrutar en vivo de sus interpretaciones, pero la respuesta que obtuve fue desoladora, “No, la orquesta ya no ha tenido presentaciones” y lo peor “no sabemos ya nada de ella y no parece que vaya a continuar”.
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Dimas es una danzonera muy importante, de las más antiguas, sus intérpretes y sus composiciones son referentes indiscutibles del ritmo que nos cautiva, su legado musical es uno de los más valiosos con los que se cuenta en el mundo del danzón. Sus apariciones en cine en la película Danzón de María Novaro, algunas de sus grabaciones como el disco con Eugenia León y sus presentaciones en los años noventa en Europa dan cuenta de su papel preponderante en la historia de este ritmo.
Espero, aunque para ello no haya indicios y menos certezas, que La Danzonera Dimas se encuentre solamente en un “impasse” como el que tuvo tras la muerte del maestro Felipe Pérez quien fuera su director en los años setentas. La pausa en aquella ocasión se extendió casi diez años, ya llevamos ocho de que el querido maestro Roberto nos abandonó. Tengo la esperanza de que la orquesta regrese a seguir impregnando de ritmo los salones de baile y los eventos danzoneros, esto no es ninguna certeza como dije antes, pero sí un ferviente deseo que alegraría a toda la comunidad danzonera.
Dedico el presente artículo a la memoria del maestro Roberto Ismael Romero Pérez y a todos los músicos de La Danzonera Dimas.