Acerina sinfónico: así sonó la danzonera con la Orquesta de Cámara de la UAQ

Los 12 integrantes de Acerina vistieron de gala: un saco blanco con moño negro, la situación lo ameritaba. Con la luz cenital de la luna como testigo, la Plaza Fundadores del Centro Histórico de Querétaro se convirtió el pasado 18 de junio en un teatro al aire libre. Los vestidos largos, trajes y lentejuelas tomaron asiento frente al escenario como si se estuviera en un teatro del siglo XIX. El motivo de esa cita tan elegante fue el concierto de la danzonera en colaboración con la Orquesta de Cámara de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Los acerinos tomaron lugar al centro y fueron rodeados de 18 músicos de la UAQ. De acuerdo con el director de la orquesta universitaria, Daniel Ortiz Moreno, este ensamble consideró a 8 violines primeros y 4 segundos, así como 3 violas, 3 violonchelos y 2 contrabajos. De la sección antes descrita, resaltan 3 músicos invitados, los cubanos Alberto Corrales, Julián Corrales y Elizabeth Corrales.

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Con el ocaso de la tarde sobre los hombros, Ortiz Moreno tomó la posición del centro con la batuta a la altura de su rostro. La primera melodía que se interpretó fue «Almendra», un danzón cubano compuesto por Abelardo Valdés. Posterior a ello, el flautista Alberto Corrales tomó el micrófono principal para dar pie a su participación especial con «La flauta mágica», para ese momento las faldas del escenario se convirtieron en una estrecha pista de baile.

Las escalinatas al fondo de la plaza fungieron como gradas y los transeúntes formaron un circuito, también hubo extranjeros intentando descifrar qué pasaba, así como celulares apuntando con su cámara a los bailarines con mayor destreza. Mientras más avanzaba la noche, era más difícil ver el rostro de las personas que se subieron a bailar al templete; fueron un total 11 parejas que dieron una exhibición de danzón mexicano.

El repertorio constó de 9 danzones: el par antes mencionados, «Pedacito de cielo», «Serenata de Schubert», «La giocondita», «Cantinflas», «Una rosa de Francia», «Verde y rojo», al igual que «Nereidas». Al término de esta presentación, la Danzonera Acerina alargó su participación para regalarle al público clásicos como «Salón México» y «Juárez».

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Engrandece el género musical

Colaboraciones como ésta engrandece a los géneros musicales populares, así lo calificó el músico cubano Julián Corrales. Previo a su participación en este ensamble, comentó a Revista Danzoneros que hacer estas mezclas son prácticas interesantes y saludables, ya que a mayor formato hay un espectáculo más grande.

Agregó que la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, a la cual pertenece, ha realizado colaboraciones con el grupo Irakere, Los Van Van, al igual que con las orquestas Aragón y de Manuelito y su Trabuco.

El violinista coincidió en que este formato, de una danzonera con un arreglo de cuerdas, puede contribuir a que más gente se interese en el danzón, sobre todo aquellos que no bailan o escuchan este ritmo de manera habitual.

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«Se trata de llegar a otros públicos. El origen del danzón en Cuba era un baile de salón, era un baile aristocrático y lo que se ha venido tratando de hacer es llevar este estilo de danzón a las masas, al gran público. Esto que se está haciendo hoy va provocar que haya más vinculo de ese público selecto a la música más popular», apuntó Corrales Subidá.

Este concierto formó parte de la clausura del primer Festival Universitario de Danzón de la UAQ, el cual inició el 16 de junio con talleres y conferencias sobre este género musical.