Danza para la Virgen de Guadalupe: unión católica y prehispánica
La Virgen de Guadalupe es adorada cada 12 de diciembre con bailes prehispánicos: muestra de la unión entre lo católico y prehispánico
Como cada 12 de diciembre, la explanada de la Basílica de Guadalupe se llena de penachos coloridos, pieles de animales, instrumentos prehispánicos, humo de incienso y demás elementos que hacen referencia a las culturas mesoamericanas que alguna vez pisaron esas tierras. El motivo de estos danzantes aztecas: rendirle tributo a la Virgen de Guadalupe.
Los cocheros, como también se les llama a esos personajes, combinan elementos de dos culturas: las raíces indígenas prehispánicas e imágenes del catolisismo. Este hecho muestra el sincretismo de dos culturas, el cual se ve cada 12 de diciembre con la llegada de miles de creyentes al Cerro del Tepeyac, lugar donde Juan Diego presenció a “Virgen morenita”.
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Marcos Aguilar Villegas, jefe de la danza “Osuye Maeo”, describió a su conjunto como un grupo que baila por fe. “En ningún momento cobramos por ir a bailar a algún lugar. Esa es la esencia de nuestra danza: la fe. Agradecemos a Dios de esa forma y damos un sacrificio corporal”. En entrevista para Revista Danzoneros, explicó que cuando asisten a La Villa, lo primero que hacen es pedirle permiso a Dios y a la Virgen de Guadalupe para entrar al recinto; y al final, les dan las gracias.
Algunos de los bailes tradicionales de las culturas indígenas son como agradecimiento al inicio de las cosechas y la fertilidad. Sin embargo, también se han utilizado para rendirle tributos a algunas deidades, como es el caso del 12 de diciembre.
El antropólogo Jesús Mora Echeverría y el arqueólogo Francisco Rivas Castro, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explicaron que esto se da por una posible suplantación de deidades femeninas mexicas por la Virgen de Guadalupe.
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“Puede decirse que en el proceso de sincretismo religioso que nos ocupa, la Virgen de Guadalupe resignifica a las diosas jóvenes del maíz tierno y en flor, el `xilote´. Pero también a `Teonantzin´, `La venerable madre de dios´, y a `Ilamatecuhtli´, deidad vieja de la tierra, cuyo nombre se refiere a una entidad del sexo masculino, por eso la designación de `tecuhtli´, lo que nos permite concluir que se trata de una deidad que simbólicamente es hombre-mujer”, explican en la investigación “12 de diciembre: sincretismo y continuidad del calendario prehispánico”.
Para Aguilar Villegas, esta celebración es un símbolo de resistencia ante la colonización que se dio a partir de la llegada de los españoles a tierras prehispánicas, y que trajo con ella una nueva religión que trató de imponerse sobre las creencias que mantenían los mexicas.
“Es como el sincretismo que tenemos. No olvidar nuestro pasado; ya hay una nueva creencia, creemos en algo, pero bailamos con nuestra sangre del pasado. Realmente es una fe de sangre, nos querían hacer católicos (los conquistadores) pero no vernos como iguales. Empezaron a mezclar los bailes con deidades de la religión católica”, agrega el jefe de la danza.
El sociólogo Marcelino Martínez Nolasco, apuntó que se impuso la adoración de la virgen a las comunidades indígenas, y prueba de ellos fue la construcción de la Catedral Metropolitana sobre el templo ceremonial mexica.
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“Se encuentran ahí (las culturas), coexistiendo en esa relación de resistencia. Todo este sincretismo trata de maquillar esta desigualdad social y cultural del régimen colonial, lo cual trata de buscar una identidad colectiva con base en la Virgen de Guadalupe”, agregó el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Este sincretismo religioso que se mantiene vigente, según relató el jefe del grupo de danza “Osuye Maeo”. “Fue la otra conquista. No pudieron acabar con nuestras raíces y nos llama esa sangre. Ahora la iglesia nos permite bailar en los centros religiosos, algo que antes no se podía. La iglesia tuvo que doblar las manitas”.
La danza azteca, la cual usa elementos prehispánicos en sus ropas y bailes, forma parte de las festividades religiosas de cada 12 de diciembre. Esta es la muestra inerte de que la resistencia indígena sigue vigente y ha sabido amalgamarse con las creencias que, en su momento, trataron de sobreponerse sobre las creencias prehispánicas.