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Los Tenorio: Paquita y Ricardo

Esta pareja de baile fue una de las más trascendentales debido a su trayectoria.

 ·  noviembre 28, 2022
Los Tenorio: Paquita y Ricardo
Foto: Cortesía Mina Arreguín.

En el baile siempre hay quienes destacan, independientemente del ritmo que ejecuten. Esto ocurre usualmente en cualquier grupo de personas que se dan la oportunidad de bailar, así sea en una modesta fiesta familiar, en una pomposa boda con muchos invitados y desde luego en los salones de baile o las plazas públicas.

Apenas unos minutos después de comenzada la música, aquellos que decidieron pararse a bailar, seguramente en poco tiempo serán observados y tal vez hasta admirados, puesto que como siempre ocurre, hay quienes destacan notoriamente. Los motivos pueden ser muy variados: para algunos quizá los ejecutantes destacados lo son por su gracia y su coordinación, otros llevan el ritmo espléndidamente y hacen pasos sofisticados dando la sensación de haber tomado clases de baile en algún lado. También hay personas en lo individual o en pareja que se distinguen por alguna excentricidad, ya sea en su forma de interpretar el ritmo o en su atuendo, esas extravagancias pueden llegar en algunos casos a la exageración, sin embargo la manera de bailar de cada quién y su vestimenta debe respetarse.

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En contraste, casi siempre encontramos bailadores elegantes y con cierta distinción, mujeres y hombres que consideran que su indumentaria y apariencia son partes importantes para su lucimiento y su seguridad al bailar. En fin, estas son algunas razones que pertenecen a mi propia percepción y que me atrevo a esbozar aquí, aunque cada uno tiene las suyas que considera importantes de acuerdo a su propia preferencia, que como la mía es subjetiva. No obstante, creo que en general y a pesar del gusto particular de cada quién, finalmente se alcanza un consenso colectivo más o menos uniforme respecto de quién o quiénes son los mejores o más destacados bailarines en un momento determinado.

Foto: Cortesía Mina Arreguín.

En tanto tiempo que tengo de ser bailadora asidua y de asistir a los diferentes salones de baile y plazas públicas, creo no exagerar si digo que lo he visto casi todo en lo que se refiere al baile. En realidad en una época de mi vida asistía casi a diario a los salones, cuando mis actividades me lo permitían. Me gustaba llegar desde temprano para observar la llegada de las parejas bailadoras, el ingreso de los bailarines sin pareja y el arribo de los músicos antes de afinar sus instrumentos, para mi es interesante contemplar cómo se dan el último retoque las damas en los momentos previos a entrar en la pista. Igualmente, los acomodos finales de corbata en los varones y las últimas acicaladas de cabello, de ello doy cuenta en mi libro “Danzón abanico de tonalidades” y también describo lo interesante que es, no solamente asistir a bailar, sino también a contemplar el ambiente, las habilidades de los bailarines y todo aquello que ocurre en ese peculiar espacio donde se conjuga el fenómeno de la música y la danza. He comentado muchas veces que el baile hace surgir una atmósfera fascinante y casi mágica.

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Una de esas parejas extraordinarias que contaban con la aprobación casi generalizada de la mayoría de los bailadores y observadores, era la conformada por Don Ricardo y Paquita, mejor conocidos como Los Tenorio en razón del apellido de casados. Recuerdo muy bien que desde la primera vez que los vi llamaron mi atención, por lo coordinado de sus movimientos siempre acordes con la música y por su edad avanzada. Los Tenorio bailaron juntos alrededor de 70 años, cuando yo los conocí ya eran personas muy mayores y todavía tuve la suerte de verlos bailar muchos años más, no cabe duda que el baile como ejercicio y como esparcimiento mantiene en muy buena condición a personas adultas, ellos eran capaces de bailar muchas piezas con pocos descansos, casi al ritmo de los bailadores más jóvenes.

Foto: Cortesía Mina Arreguín.

Éramos muchos los que observábamos a esa pareja tan atractiva y sobresaliente con su muy peculiar estilo de baile,  ambos viendo hacia el mismo frente y en paralelo como los legendarios Ginger y Fred. ¡Cómo no me iban a gustar los Tenorio! Si yo era fanática de Ginger Rogers y Fred Astaire, esa pareja norteamericana emblemática para mí. Mis hijos me apodan cariñosamente “Ginger” por mi afición al baile, y no creo faltar a la verdad si afirmo que vi probablemente todas sus películas desde muy joven.

Tuve la oportunidad de conocer a los Tenorio más de cerca, si bien no creo poder decir que entablamos una estrecha amistad, sí teníamos un mutuo conocimiento de quiénes eran ellos y quién era yo. Nos demostrábamos cariño siempre que nos encontrábamos y alguna vez hasta tuve oportunidad de visitarlos en su casa, yo los invité también a comer una ocasión a la mía. La tarde que estuve en su departamento me enseñaron orgullosos un tesoro personal pletórico de imágenes fotográficas pertenecientes a varios eventos y bailes en los que habían participado. Con mi cámara pude obtener fotos de sus fotos ya tomadas en otro tiempo, cuando eran más jóvenes. Había también diplomas y reconocimientos que mostraban una larga trayectoria. En la intimidad de su casa eran buenos charlistas y hablábamos de muchos temas: como viajes, que es algo que les gustaba mucho y hasta coincidimos alguna vez en uno, también sobre sus los hijos y la familia, de la comida y claro hablábamos de baile.

Los Tenorio no pasaban desapercibidos nunca, recuerdo haberlos visto participando en un programa televisivo con la conductora Verónica Castro en el cual había varios bailadores concursando. Paquita y Ricardo fueron los más ovacionados y por ello ganaron un premio especial, también los  recuerdo en la película “Bailar para vivir” de Cordelia Dvorak, en ella alternaron con otros bailadores conocidos, como  Emma “La chata”, mi amigo el cura Miguel Romero, a´si como Nancy y Paco muy jovencitos.

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Aunque este binomio de baile le caía bien a todo el mundo, existían en los salones algunos que no aceptaban su estilo. En privado se atrevían a insinuar que ellos no bailaban danzón, en realidad ellos bailaban el danzón a su estilo. Una vez en la Ciudad de México yo le dije a Homero, mi marido, que bailara con Paquita, me miró extrañado y me dijo: “¿cómo voy a bailar con Paquita si ella baila abierto y separada de la pareja?  Yo no sé bailar así el danzón, ni siquiera sé bailarlo bien”. Y era verdad, él apenas iniciaba en esos años. Le insistí y se dirigió a solicitarle a Don Ricardo que le permitiera bailar una pieza con Paquita, a lo cual accedió amable. Cuando regresó a la mesa le pregunté ¿qué tal? “¡Qué bárbara me puso una bailada de aquellas!” Contestó, “baila perfectamente en modo tradicional, Incluso se daba cuenta cuando yo iba fallar en un paso y me ayudaba”.

Alguna vez les pregunté porque bailaban de esa manera, su respuesta fue muy interesante. Me explicaron que preferían hacerlo así para no incomodar a nadie y no competir con ninguna pareja, que así lo disfrutaban y evitaban confrontarse con bailadores que tienen un gran ego y de los cuales hay ejemplos en los salones de baile y en todas partes.

Hace ya muchos años que murió Don Ricardo y al poco tiempo lo siguió Paquita, ocurrió tal vez lo que pasa a menudo con matrimonios que han vivido una larga historia juntos, Paquita parecía estar bien de salud y llegué a verla en los salones algunas pocas veces ya siendo viuda, pero quizá decidió alcanzarlo para seguir bailando con Don Ricardo a perpetuidad en el sitio al que partió.

Muchas veces cuando voy a bailar, sobre todo al Gran Fórum, al estar en la pista cerca de la mesa donde habitualmente se sentaban, siento sus presencias y los recuerdo cariñosamente, especialmente a Paquita, quién al bailar proyectaba una sonrisa y una cara de gozo que recordaré toda mi vida ¡qué manera de disfrutar el baile!

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