El chachachá no ha muerto: así lo demostró la Orquesta Aragón
La "charanga de charangas" conquistó al público mexicano después de una década de no pisar territorio azteca.
Para cerrar su gira en la Ciudad de México, la Orquesta Aragón de Cuba conquistó al público del salón Los Ángeles durante casi 90 minutos el pasado martes 17 de octubre.
En esta ocasión, la logística de los clásicos «martes de danzón» fue diferente: se amplió la pista, se colocaron grandes luces blancas con dirección al escenario y las cámaras televisivas tomaron el mejor ángulo para capturar el momento. En tanto, el anexo de la pista de baile se llenó con tablones blancos y sillas para recibir los asistentes no habituales.
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Era fácil de identificar a quienes visitaban el lugar por primera vez, ya que se tomaban fotos en las típicas luces led de la dulcería o le pedían capturar una imagen a los pachucos que desfilaban con sus extravagantes trajes por los pasillos. Además, se podía observar la asistencia de varios que disfrutaron en su juventud de esta música, para lo cual asistieron de «pipa y guante» con sus trajes más finos.
Tuvieron que pasar al menos 10 años para que la «charanga de charangas» pisara tierras aztecas; el último recuerdo de esta agrupación en este salón de baile quedó plasmado en las paredes, junto con la decena de carteles emblemáticos que visten los muros. La expectativa de ver a la orquesta era tal que entre el público se vio a Pablo Tapia, director de la Danzonera Yucatán; así como a Julio Toledo, de la Nueva Nostalgia.
La tarde-noche calentó motores con la Universitaria de Pepe Luis, para después darle gusto a los asistentes de todos los martes con la Danzonera de José Casquera. Para las 9 de la noche la insistencia era alta, aunque la Nueva Nostalgia se encargó de avivar aún más los ánimos con clásicos cubanos. En tanto, a las mesas seguían llegando cervezas, botellas y refrescos; mientras los meseros corrían de un lado a otro para encontrarle un lugar a las personas que apenas iban arribando.
A las 10 de la noche la pista se llenó de celulares con las luces encendidas, la Orquesta Aragón había llegado. Los 13 integrantes se distribuyeron por el escenario: el piano quedó en el costado izquierdo; el bajo, el güiro, las congas y el timbal quedaron atrás, mientras los 4 violines se colocaron en diagonal en el lado derecho; al centro, las 4 voces dirigidas por Rafael Lay.
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Por todo el salón se oyó retumbar el coro de: «El cuarto de Tula, le cogió candela, se quedó dormida y no apagó la vela». Los pregones de la orquesta estuvieron acompañados por un sutil baile de lado a lado de los cantantes, mientras el público movía sus caderas a cómo «Dios le daba a entender».
En la esquina inferior izquierda del escenario, un grupo de bailadores que se reúne cada martes en el salón le pedía a gritos un chachachá a la orquesta. Tras varios momentos de insistencia, la charanga interpretó el clásico «Bodeguero», lo cual provocó dos filas para montar una rutina como lo hacen comúnmente. Ante la bulla de la gente al escuchar esta canción, quedó demostrado que este ritmo musical no ha muerto, sólo se mantiene sigiloso en los pies de muchos bailarines.
La noche siguió con éxitos como «El paso de Encarnación» y «Sabrosona», para cerrar con el hit en plataformas digitales: «Quiéreme siempre». Durante casi 90 minutos la Orquesta Aragón cautivó a jóvenes y adultos mayores que acudieron al llamado de la música cubana. Esa velada no sólo fue un encuentro de generaciones, también de quienes gustan de escuchar todos los ritmos: desde danzón, salsa, rumba y más. Ojalá que volvamos a escuchar pronto ese conjunto de violines en vivo, los cuales siguen sonando como en el acetato.
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