Que los danzoneros escuchen nuevas propuestas musicales: Damián Báez
En entrevista, el compositor Damián Báez nos platica los detalles de su nuevo álbum "Nuevos Danzones Veracruzanos".
La infancia de Damián Báez Galván estuvo marcada por la música gracias a su abuelo, ya que fue quien lo adentró en ritmos como el tango, el son jarocho, el son cubano, el danzón y muchos más. Aunque el papá de su madre no fue músico, sí fue un melómano que gustaba de compartir su pasión. “Él siempre tuvo musica en vivo, además que le gustaban los discos, procuraba tener a los músicos para sus reuniones. Yo siendo niño siempre estuve rodeado de un desfile interminable de músicos que trajeron marimbas, acordeones, guitarras y demás”.
Báez Galvan es originario de Xalapa, Veracruz pero su inquietud por la música lo llevó a estudiar composición en el Conservatorio de la Rosas de Morelia, Michoacán. Además, obtuvo una maestría en etnomusicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A pesar de que su vida profesional lo llevó a la academia, nunca olvidó la música popular.
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El pasado 22 de junio, Damián Báez estrenó un nuevo álbum llamado “Nuevos Danzones Veracruzanos”; se trata de un compilado de 12 piezas que ha compuesto a lo largo de su trayectoria musical. Según cuenta en entrevista, el más antiguo data de 1998, mientras que el más reciente de 2021. Por lo tanto, este material no sólo busca nutrir a la música popular de su natal Veracruz a través del danzón, sino de hacer una selección de sus obras más significativas.
“Estos 12 danzones tienen diferentes estilos y búsquedas creativas, por lo que ninguno se parece. Dejé afuera otros que me gustaban, pero que se parecían a otros de los que ya estaban ahí. La idea es que cada uno represente cierta búsqueda y sea ese seleccionado”, declaró Báez Galván a Revista Danzoneros.
- ¿Qué hay de diferente en estos danzones? ¿Alguna singularidad?
“Son 12 piezas y cada una tiene lo suyo. Hay una búsqueda de expansiones armónicas y utilizo recursos como la modulación y la tonización, que son cosas que pasan en la música clásica.
“Hay un danzón (de este álbum) que se llama Llegó la charanga que comencé a componer para una clase de armonía, ese danzón generó una búsqueda, tratar de viajar más en el sentido armónico en el transcurso de las secciones del danzón, para eso necesité expandir más esas secciones de tal manera que me diera espacio para ir y venir armónicamente hablando, viajar en las tonalidades.
“También se incluyó el uso del contrapunto, algo que se utilizaba en los danzones más antiguos, por ejemplo, los de finales del siglo XIX y parece que esto después se fue diluyendo. Lo que quiero es hacer muy evidente ese recurso y traerlo de vuelta.
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“Otra (característica de este disco) es el gusto de diferentes géneros caribeños afines al danzón. Así como se incorporó el montuno en el danzón en el Bombín de Barreto, lo hago con otros géneros del Caribe como la guajira, el calipso y el mozambique. Esto lo incorporé en las últimas partes que son las más libres. Otras búsquedas, es el sentido fraseológico del jazz, también ahí está presente sin que pase a otro género, para que se mantengan en el margen del danzón tradicional».
- ¿El objetivo de este disco es llevar los métodos de la academia a la música popular? En ese te caso el danzón.
“La música popular siempre se ha visto desde la academia como un pozo de riqueza de donde abrevar para después manipular los materiales y presentarlos en una forma rapsódica. Ejemplos hay muchos, como George Gershwin y su Rapsodia en azul que trajo del blues y del jazz, y pues hizo esta obra maravillosa. No es jazz ni blues, pero es una obra magnifica que tiene otros públicos y está insertada en otra tradición que es la música de concierto.
“Lo que veo es que (Arturo) Márquez hizo algo parecido, rapsodias del danzón. Llevó esa materia prima a las salas de concierto e insertó el danzón en otro circuito. A los danzoneros les gusta mucho, pero han habido cuestiones donde les ponen el Danzón número uno y no se puede bailar completamente como un danzón tradicional, ya que es una rapsodia.
“Yo lo que hago son danzones que se puedan bailar de la forma tradicional. Mi camino es inverso, no abrevo de lo popular para llevarlo a la música de concierto, sino que traigo las técnicas academias para sembrarlas en el danzón tradicional”.
- ¿Este disco tiene el objetivo de reforzar la música tradicional veracruzana?
«Parte del concepto de la grabación es valorar el talento y estilo regional. El danzón es muy amplio, hay varias maneras de tocarlo y componerlo, pero lo que conozco y puedo decir es lo que yo he recibido desde mi contexto cultural e histórico. Lo que quiero es que este álbum sea una ventana al mundo cultural donde me desarrollé y que conocí.
«Busqué que los intérpretes (los músicos) fueran los portadores de esa cultura musical, por eso el álbum tiene ese espíritu (veracruzano), eso es parte de su riqueza y especialidad».
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- ¿Se debería vincular más a la academia con la música popular, en este caso el danzón?
«Eso ya empezó, desde que la Universidad (Veracruzana) tiene grupos de salsa en su nómina o el ballet folclórico. Aunque todavía falta algo como en Cuba, donde la musica tradicional es parte de las asignaturas del trono común, por ejemplo, para un pianista o violinista no hay cómo aprender la décima.
“Está muy desconectado el sustrato popular de ciertas carreras. Yo también estudié guitarra en la Universidad Veracruzana, este instrumento es un caso especial porque son de los que se integraron (a la plantilla de los conservatorios) muy recientemente, por lo que su repertorio tuvo por necesidad que incluir musica popular. La guitarra sin arreglos de ese sustrato popular o sin los compositores de guitarra clásica que abrevaron de ese sustrato popular como Joaquin Rodrigo o Manuel Ponce, no sería».
- ¿Qué mensaje le da a los danzoneros, a los que bailan en plazas públicas y salones?
«Que tengan los oídos bien abiertos para escuchar nuevas propuestas. Si no se sigue componiendo y continúan escuchando los danzones clásicos, no hay renovación. Se va a terminar como el latín. Los lenguajes tienen que ir cambiando por su vida misma e influirse de nuevas propuestas o maneras de decir las cosas», subrayó Damián Báez.