Reapertura oficial del salón Los Ángeles en honor a Armida Applebaum
Después de 20 meses de pandemia y 84 años de vida, el salón Los Ángeles goza de buena salud, al igual que todos los ritmos latinos de quienes ha sido padrino y difusor.
Decenas de sacos largos de colores extravagantes hicieron fila afuera de Lerdo 206 en la colonia Guerrero. El pasado viernes 26 de noviembre, los pachucos, rumberas y jainas eligieron sus mejores atuendos para festejar el retorno oficial del salón Los Ángeles. Luego de que el evento por el 84 aniversario de este lugar se vio suspendido por la tercera ola de Covid-19, las luces neón de este lugar volvieron a encenderse.
Al fondo, cuatro arreglos florales adornaron el escenario. Una ofrenda de amor y cariño ante el reciente fallecimiento de doña Armida Applebaum, quien estuvo al frente del salón por más de 30 años. Las hombreras de colores de los integrantes de la Orquesta Anáhuac de México fueron las primeras en ocupar el templete. Con colores vivos y festivos fue como se dio inicio a este baile en homenaje a quien alguna vez fue la cabeza de ese palacio del baile.
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Las mesas, ampliamente espacidas, comenzaron a llenarse. La confianza con que las personas abordaban las mesas delataba quien era primerizo en el lugar y quien asiste cada semana: los más experimentados llegaron como en casa, mientras los curiosos admiraban las luces y espejos del lugar como si se tratara de un museo. Las cámaras de televisión no sabían a dónde apuntar, ya que salían personajes de baile de todos lados: pachucos de colores y rumberas no dejaban de desfilar.
Pasadas de las ocho de la noche, fue el turno de la primera danzonera de América: Acerina. Aunque la pista estaba a la mitad de su capacidad, los fieles escuchas de esta orquesta aplaudieron como estuvieran en un estadio lleno. Cuadros, columpios y paseos se dieron lugar en esa clásica duela al estilo de «Linda Jarocha», «Salón México» y «Nereidas«. Las mesas que rodeaban la pista de baile se llenaron de caras de asombro, los danzoneros dieron cátedra nocturna. Los aplausos y gritos llegaron cuando la pareja de un pachuco se hincó sobre un pie y comenzó a girar mientras su cuerpo estaba en posición horizontal, totalmente en paralelo al piso.
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La siguiente hora, el salón Los Ángeles se convirtió en una máquina del tiempo: casi 500 personas viajaron 7 décadas atrás, cuando el Eje Central llevaba por nombre Niño Perdido y el Distrito Federal se gobernaba por regentes. La Orquesta de Pérez Prado provocó que se formaran varias filas de baile a lo largo de toda la duela. Pasos y brincos coordinados se podían ver desde el primer escalón que sube al escenario. Los movimientos de hombros y caderas se veían por cada rincón, hasta quienes permanecieron sentados en sus mesas llevaban el ritmo de «Caballo Negro» con golpes de sus zapatos al piso. En tanto, las bailarinas profesionales demostraron sus mejores pasos al frente del escenario, como lo hacían las «Dolly sisters» hace 50 años.
La familia Applebaum Nieto tomó un pequeño intermedio para agradecer a los asistentes que se hicieron presentes esa noche, mientras varios familiares se acercaron al templete donde lucía una foto de doña Armida y su esposo, directores antecesores del salón. El señor Miguel Nieto, actual cabeza del lugar, aprovechó el micrófono para entregar reconocimientos simbólicos a personas que ayudaron a la supervivencia de la empresa durante todos estos años, sobre todo ante la pandemia de Covid-19. Entre los galardonados estuvo el recién fallecido Froylán López Narváez, Catalina Ester, Carlos Bueno, Jesús Tapia, Edith González Fuentes, Alberto Cevallos, entre otros.
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Una ves terminado el homenaje, el estilo cubano de la Nueva Nostalgia puso a bailar a todos los ansiosos. Desde clásicos como «Catalina la O» hasta «idilio» retumbaron en todos los espejos del salón. Para la media noche, la Internacional y Explosiva Sonora Dinamita llenó toda la pista con piezas musicales como «Se me perdió la cadenita», «Maruja» y «Mi cucu». El último conjunto que se hizo presente fue Son 14, inició su presentación con un clásico matancero: «Cualquiera resbala y cae». Así continuaron durante 45 minutos con guarachas, salsas y son montuno.
Después de 20 meses de pandemia y 84 años de vida, el salón Los Ángeles goza de buena salud, al igual que todos los ritmos latinos de quienes ha sido padrino y difusor.