Danzoneros Danzoneros

Crónica de un danzón apasionado

Este es un breve recorrido sobre la historia del danzón, desde su creación en Cuba hasta su llega a México.

 ·  junio 28, 2024
Crónica de un danzón apasionado
Foto: Arturo Ordaz / Revista Danzoneros.

Columna invitada | Por Carmen Arizmendi Camacho

Soy un volcán de expresión. Me llaman danza. Me he desenvuelto con muchos alias y ritmos. Hoy soy Danzón, baile que brota de la pasión, de la necesidad de expresar elegancia y erotismo.

Nací desde esa efusión que emana sed y en su rugoso andar encuentra agua. Haití y Cuba mezclaron su esencia musical con la contradanza francesa y la danza caribeña del siglo XIX, como cultura criolla titulada: danza cubana. Fue en el año de 1842 cuando las habaneras surgieron y aportaron mucho en lo que hoy me convertí.

Lee también: La ENDF festeja su 45 aniversario con danzón en Bellas Artes

Concurso de danzón en Matanzas, Cuba durante 2023. Foto: Arturo Ordaz / Revista Danzoneros.

Treinta y siete años después, el 1 de enero de 1879, di mis primeros pasos gracias a mi creador Miguel Failde Pérez con mi primer nombre A las Alturas de Simpson. Recuerdo que fue escandaloso y extraordinario a la vez. Casi nadie aprobaba mi existencia en Matanzas, Cuba. Era demasiado rápido y mi padre de raza negra.

Sí. Fui creado en el Caribe, pero he crecido y me he desarrollado en México desde el siglo pasado, mi momento más alto fue en los salones de baile en una época dorada de la vida nocturna, pero no hablemos en pasado, hoy estoy vivo en plazas públicas, en eventos, en fiestas y es ahí donde la elegancia, la técnica y el estilo me representan.

Recuerdo que llegué a México por los puertos del Caribe y el Golfo. En esta mi nueva casa, fui nombrado en el año de 1883 “Flores de Romana” por Juventino Rosas y mi desenvolvimiento fue creciendo al grado de tener una plaza internacional del Danzón, en la Ciudadela de la Ciudad de México; y es ahí el motor, que late a mi corazón y lleva luz a toda la República Mexicana, como el patrimonio cultural que ahora soy.

En este país he tenido muchos padres que me han dado vida y me han hecho florecer: Abelardo Vázquez, la Criolla Tropical, Juan de Dios Concha, Tomas Ponce Reyes. De los más recientes: Acerina, Dimas, Felipe Urbán, José Casquera, la Playa, El Chamaco Aguilar, La Continental, la Yucatán, por mencionar algunas. No olvido que fue gracias a Barbarito Diez y la orquesta típica de Antonio María Romeu, que influí con otros bailes cubanos como el chachachá, el mambo y la pachanga.

La Danzonera Acerina. / Foto: Arturo Ordaz – Revista Danzoneros.

Te puede interesar: Alfil Negro dedica danzón a Akira Toriyama, creador de ‘Dragon Ball´

Siempre es un gozo cuando me he vuelvo tangible en cada rutina coreográfica, en cada poema y en cada dedicación; gracias a los maestros que enseñan mi baile, mi esencia, mi porte y mi pasión. Pero
también al interprete, al que me entiende, el que me contonea y conquista con una mirada, una sonrisa y da el corazón.

Bastante ha sido el tiempo, donde me hecho presente en diferentes espacios que fueron adaptados en mi honor y en los que innumerables veces un ritual surge al tomar el caballero a la dama, entrelazando su brazo derecho con el izquierdo de ella, y mirando todos fijamente hacia mí, esperando indicaciones.

Con los pies unidos, el cuerpo erguido. Un ritmo aparentemente despacio, pero cadencioso, soy emblema de alegría y compás. Tal como el pulso eterno de un amor secreto, se separan dando un paso lateral y con un pequeño asentamiento y el abaniqueo correcto, se dan el permiso para entrar a cuadratura y siendo tan solo uno, surge la creación magistral de ese que será su extraordinario baile.

Un gran sentimiento recorre entonces, la inexistencia de mi cuerpo, cada vez que los veo bailar. Su contoneo elegante resurge en cada instante, cuando al compás yo les comienzo a hablar. Se que se han vuelto de esos pocos, los que con gozo comprenden firmemente mi exuberancia al sonar.

Y así, las calmadas aguas que viajan como contadoras de historias, unifican sus almas para sentir y hacer sentir a quien le mira. Con singular erotismo y pasión desbordada en cada parte de mi inigualable ser, orgullosamente grito a eco de quien lo avala: yo soy Danzón, su majestad.

_________________________________________________________________________________________

Carmen Arizmendi Camacho es licenciada en Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Desde 15 años ha impartido clases y talleres de ritmos latinos como salsa, merengue y danzón. Actualmente dirige el grupo de baile Zon Latido e importe clases de baile en diversos puntos de la Ciudad de México.

Relacionado

Quizás podría interesarte

Danzoneros Danzoneros