Cuba y su flauta mágica
La Isla caribeña y México comparten un gran legado, el danzón.
En mi artículo anterior correspondiente al mes de Julio percibí en la página de la revista danzoneros un gran número nuevos lectores de origen cubano, muchos más de los que ya visitaban la publicación en ocasiones anteriores. Esto lo comenté con Arturo Ordaz director de la revista, quien me confirmó que así era, ello me produjo una gran alegría y me hizo recordar las muchas ocasiones en las que tuve oportunidad de viajar al festival de danzón Habana.
Ya he descrito en otras oportunidades la grata impresión que tuve cuando por primera vez visité la Isla con propósitos danzoneros, desde un principio saltan a la vista características que no pueden ser soslayadas: como la contagiosa alegría de los hermanos cubanos, su cadencia al bailar, su colorido y elegancia al vestir y sobre todo su música y su forma de interpretarla, sabrosa, inigualable, ¡Qué orquestas!
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Creo que todos los que ya bailamos danzón en México, al tener contacto inicial con el estilo rítmico cubano nos llevamos una agradable sorpresa, lo primero que salta a la vista es la diferencia que tienen ellos al bailarlo, lo “oyen diferente” dice un amigo, y yo agrego: “lo gozan”, “no andan contando”, “lo bailan”. Ellos entran después de dieciséis tiempos -justo lo doble que en México- y bailan más cerca de la pareja, tampoco florean en el montuno o si lo llegan a hacer es en forma muy discreta, y parecen ir en un tiempo distinto a como lo bailamos nosotros. Son muy elegantes y cadenciosos. Sugiero a las bailadoras mexicanas que intenten bailar con alguno de ellos, yo tuve la oportunidad de hacerlo algunas veces y en verdad la experiencia fue muy grata e interesante.
Entre el danzón cubano y mexicano lo común es la música, pero el baile tiene sus particularidades. Si reflexionamos un poco, ellos fueron los que inventaron este género y nosotros lo hemos acogido y con el paso del tiempo construimos nuestro propio estilo a partir de la música originaria y le hemos impreso nuestro sello, por decirlo así lo hemos “mexicanizado”.
En lo musical la estructura del ritmo es más homogénea, las partituras primero cubanas y luego de creadores mexicanos preservan los fundamentos formales que le dan identidad al danzón, sin embargo, las orquestas mexicanas y cubanas tienen sus propias características y se diferencian unas de otras principalmente en la dotación de instrumentos. No voy en esta ocasión a profundizar en el tema pero creo que simplificando podemos encontrar una muy notoria: la flauta, como un componente esencial en la dotación musical caribeña, mientras que nuestro set instrumental es más parecido al de una jazz band, con muchos clarinetes y saxofones.
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Conviene aclarar que no hay un estilo mejor o peor, ni es posible otorgar galardones a un tipo de orquesta por sobre las otras, en realidad las agrupaciones que interpretan el danzón en ambos países cuentan con músicos y directores de gran calidad y son dignas de ser escuchadas, admiradas y sobre todo disfrutadas por bailadores de cualquier origen.
Si bien en nuestro país tenemos algunos ejemplos de agrupaciones musicales que se asemejan a las cubanas como la Mexicuba, que casi ya no se escucha, la Yucatán del maestro Pablo Tapia y en formato más reducido la Charanga del Puerto en Veracruz cuyo director es Martín Espinoza. La generalidad se enmarcan dentro de las características del estilo mexicano. Entre ellas destaco algunas que quizá son las más solicitadas en los eventos danzoneros y en los salones de baile: Acerina, el Chamaco Aguilar, Felipe Urban, José Casquera, La playa y otras más que las secundan, todas de calidad y que cuentan con la aprobación y el gusto de los bailadores.
Recuerdo que hace años en un salón de baile -quizás en La Maraka- le comenté a Pablo Tapia que debería asistir a Cuba a los eventos a los que yo ya iba regularmente y conectarse con las agrupaciones cubanas para conseguir nuevas partituras, organizar encuentros e intercambiar experiencias. Pablo fue, no sé si influido por mi comentario y tuvo una participación destacada con su orquesta, la Danzonera Yucatán que tiene el toque cubano y por supuesto la flauta transversal ocupa un lugar relevante en sus ejecuciones musicales.
En Guadalajara contamos con varios flautistas extraordinarios en todos los ámbitos, pero me referiré al maestro Cuauhtémoc García a quién invitamos -Benjamín Bautista y yo- a participar en uno de los festivales Habana, en el 2007 para ser precisa, el maestro García preparó algunos danzones para ejecutar con la pianista Edith Ruiz. recuerdo también haber coincidido con el uno o dos años después precisamente en La Habana, durante otro festival, ya que Cuauhtémoc o “flautemoc” como es conocido cariñosamente por sus alumnos, estaba de visita en Cuba incursionando en la flauta de ébano y estuvo bajo consejo y supervisión del destacado flautista Argimiro Larduet, en esa ocasión disfrutamos la extraordinaria interpretación del maestro Argimiro y la orquesta Siglo XX con su flauta de madera, Cuauhtémoc nos comenta que es difícil interpretar con esa flauta antigua que está prácticamente en desuso, pero tiene un sonido particular, por ello el buscó al destacado maestro, uno de los pocos que todavía utilizan ese tipo de flauta que fue remplazada por las metálicas, buscando conocer la técnica adecuada para un instrumento del que prácticamente ya no hay ejecutantes de tan alto nivel.
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Como dije antes creo que la flauta es un acompañante indispensable de gran parte de la música cubana, no solo del danzón sino de otros ritmos como el Chachachá, y seguramente por ello y la seriedad de la educación musical que se imparte en ese país, cuentan con muchos flautistas de excelencia en sus orquestas y ¡cómo no! Después de escuchar el danzón la flauta mágica de Antonio María Romeu me quedó claro que la flauta necesariamente debe ser parte de su cultura musical.
Recuerdo también en uno en uno de mis viajes a La Habana haber conocido a Sue Miller, una flautista inglesa que habiendo estudiado en su país con una formación clásica decidió ir a Cuba, según me dijo, porque ahí estaban los mejores flautistas que interpretaban ritmos latinos, ella estuvo una temporada larga en la isla, hablaba un fluido español que dejaba ver ya algunos dichos y entonación cubana. Me tocó escucharla alternando con el maestro José Loyola en la Charanga de Oro, en verdad es una gran ejecutante. Regresó a Europa a formar una extraordinaria agrupación que se llama La Charanga del Norte que toca ritmos latinos, danzón, chachachá con un estilo y calidad indiscutible que evidencia su paso por Cuba.
Finalizo comentando que en el caso del danzón muchos de los directores de las orquestas cubanas son destacados ejecutantes de la flauta con un virtuosismo reconocido, ahí está el caso del maestro José Loyola de la Charanga de Oro y director del festival Habana de danzón, también el maestro Alberto Corrales a quién escuché por primera vez en Cuba con su extraordinaria Orquesta Panorama y que ahora ya avecindado en el norte de México formó otra agrupación que ejecuta danzón: La Kalafia, o un ejemplo más, recientemente nos ha visitado en nuestro país la orquesta La Faílde cuyo director Ethiel Faílde es a su vez un virtuoso indiscutible de la flauta.