Maestros e instructores de danzón
La enseñanza de interpretar el danzón en la pista de baile es una labor titánica de reconocerse, que no cualquiera puede hacer.
En este mes de octubre tuve oportunidad de estar asistiendo a eventos danzoneros fuera de la ciudad de Guadalajara, que es donde vivo. Por razones personales, este año no he viajado tanto con motivo del baile de danzón como en otros. A inicios de este mes, sin embargo, tuve el agrado de regresar a Reynosa, precisamente al “X festival de danzón de Tamaulipas” que organiza atinadamente mi buen amigo Elio Palacios y que presume con orgullo ya una década de existencia para sorpresa de muchos, incluida yo, que hace una decena suponía que el Reynosense sería un evento que tendría una vida corta.
¡Qué que equivocada estaba! No contaba con que el esfuerzo y la perseverancia de Elio lograrían superar en cada ocasión el difícil reto de organizar un evento, que se supera asimismo cada vez en la frontera Noreste. El 19 de este mimo octubre ya casi en fecha de entrega de estas líneas a la Revista Danzoneros, viajé a la Ciudad de México a otra cita con motivo del merecido aniversario-homenaje por los 80 años de edad de la queridísima maestra Tere Salazar, en el Centro Cultural La Nana. Ahí estuvieron presentes centenas de alumnos de ella, Freddy, Anabelle y la danzonera de Felipe Urbán amenizando la celebración.
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No haré una crónica de ambos eventos que fueron extraordinarios y éste último muy emotivo para mí, dada la larga relación de amistad que mantengo con Tere y toda su dinastía. Sin embargo, estos dos acontecimientos me permitieron reflexionar acerca de muchas de las personas que saludé y que tenía algún tiempo de no haberlas visto personalmente y que son consideradas maestros o instructores del baile de danzón. Entre esas personalidades incluyo a: Miguel Ángel Vázquez y Alicia López, Jacobo Salazar y Giselle Barrios, Freddy Salazar y Anabel Zorrilla y la propia Tere. ¡Qué gran grupo de maestros de danzón!. Pero también estaban Maru Ayala de Monterrey, Miguel Ángel Zamudio de Veracruz, Paty López Cerda de S.L.P., Jessy del Valle de Tampico, Samuel y Raquel de la CDMX, el propio Elio quien enseña el baile en su localidad y Benjamín Bautista con años de dar clase en Zapopan.
Por lo visto, no faltan personas que enseñen a bailar danzón, más allá de las diferencias en cuanto a técnica, calidad y experiencia. En nuestro ambiente, las posibilidades de recibir adiestramiento para el baile son vastas, en el evento de Tere calculo había alrededor de trescientos alumnos, digamos de la época actual y eso que no estaban muchísimos discípulos de años anteriores.
Jacobo Salazar, me consta, tiene también cientos de aprendices y seguidores de sus clases. Miguel y Alicia ¿a cuántos habrán enseñado a bailar? Hay también bastantes bailadores que aprendieron con los maestros de hace muchos años, varios de ellos ya desaparecidos o que han dejado de dar clase por razones de avanzada edad u otras circunstancias, como el maestro Vicente Hernández “el Alegría”; Roberto Salazar el Chale; Víctor Escobar “El Toby”; “Los abuelos” Ma. Elena y Pedro; Guille Moreno y Arturo Sánchez “Capullo”; Julio Gómez, quién enseñó a bailar a Lulú Bringas y al maestro Genaro Fuentes Rivera -como se consigna en mi reciente libro “Un danzón para Lulú” escrito en coautoría con Lulú Bringas y que se puede descargar gratuitamente en esta revista; Jesús Uvalle “El gato”; Rosita Abdala que dejó un verdadero legado en Veracruz y muchos otros.
No puedo omitir al maestro Miguel Ángel Cisneros, con quien inicié mi primera instrucción en este ritmo y que sigue activo. Desde luego debo reconocer que toda esta lista de maestros de baile responde a mi propia valoración y retentiva al momento de elaborar estas líneas, aceptando de antemano varias omisiones en las que pudiera incurrir, de igual modo cada lector tendrá su propia selección y criterio. En cada plaza danzonera y ciudad es fácil reconocer a los personajes que enseñan a bailar danzón, así como en los eventos, los grupos que se presentan en los teatros con sus rutinas y coreografías son casi siempre liderados por un maestro o instructor que usualmente prepara a sus alumnos para la presentación.
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Creo que debemos reconocer el gran aporte de todo aquel que se dedica a preparar nuevos bailadores y perfeccionar las habilidades de los que ya tienen tiempo dominando el ritmo, pero no solo por la loable labor de enseñanza, sino también por su contribución a la permanencia del ritmo en el gusto popular y el crecimiento de adeptos nuevos. Ahora que estuve con varios maestros platicando me vino a la mente la siguiente reflexión:
¿Cuántos de los participantes en las muestras danzoneras viajan en grupo con el objetivo de presentarse en un teatro?, ¿Qué porcentaje de las mesas del baile de gala están ocupadas por esos grupos o escuelas lideradas por su instructor? Creo que son mayoría a diferencia de los que vamos por nuestra cuenta solo en pareja. Otro hecho a considerar es que en los eventos danzoneros frecuentemente se incluyen clases y talleres de enseñanza del baile. El nombre y prestigio del maestro e instructor
contribuye a incrementar la afluencia de participantes, a mejorar la técnica y habilidades de los ejecutantes. A mí me ha tocado participar en varios de esos talleres con diferentes maestros y siempre he obtenido alguna enseñanza.
En mi libro “Danzón abanico de tonalidades” una explicación a mi juicio convincente es el texto de Jacobo Salazar sobre la técnica de la enseñanza de la que resalto: “bailar danzón es vivirlo… de vital importancia para llegar al objetivo de bailar danzón, implica haber escuchado muchos danzones saber descifrar el del baile, entenderlo y comprenderlo…” (Pág. 175) y también su hermano Freddy relata:
“Como instructores tenemos una gran responsabilidad y compromiso, no queda sólo en enseñar a cuerpos a moverse a un ritmo, armar rutinas, pasos más vistosos para llamar la atención, va más allá. Nuestro compromiso va, desde crear una propuesta honesta, atractiva y efectiva que logre superar las expectativas de la gente.También, lograr la integración de los alumnos, mantener orden y armonía, sensibilizar a cada individuo, mantener un nivel de respeto y comportamiento en un grupo y el cómo conducirse en un espacio danzonero…” (Pág. 173).
Danzón, abanico de tonalidades. (Página 173).
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Creo que todos reconocemos en los hermanos Salazar (Freddy y Jacobo), como unos instructores de trayectoria y calidad indiscutibles, herederos de la escuela de Tere y la tradición danzonera de su familia, ya que el finado Don Alfredo también fue un bailador de danzón más inclinado al estilo salonero.
Todos los que balamos danzón podemos iniciar en el baile a personas que no lo han intentado antes, impartir la instrucción básica y los pasos fundamentales, explicar brevemente en que consisten los diferentes momentos de una pieza y transmitir nuestra visión e interpretación de como deben moverse las personas para empezar a bailar, pero de ahí a sentirnos maestros de baile de danzón hay un trecho, creo yo, bastante largo. Es mas, toda persona incluso los muy novatos pueden enseñar algo útil a bailadores más experimentados, inclusive los maestros llegan a aprender usualmente también de sus
alumnos.
A fin de cuentas, el danzón es un movimiento vivo y cambiante, se va transformando con el tiempo de acuerdo a diversas circunstancias como la moda. La incorporación de pasos provenientes de otros ritmos y la creatividad de los instructores y bailadores, pero siempre es importante mantener los fundamentos básicos del danzón y conservar su esencia para poder seguir identificándolo como tal a pesar de los cambios que se vayan incorporando. Los maestros necesariamente debieran reconocer lo esencial del ritmo y a partir de ello incorporar elementos que lo enriquezcan.
Creo para finalizar que hay muchas personas dedicadas a la enseñanza del danzón y a mi juicio eso es importante para todos, entre los que se dedican hay quienes han consolidado una carrera brillante, prestigiosa y reconocida por la colectividad de bailadores, maestros que han dejado huella ya sea por la incorporación de nuevos elementos sin transformar el danzón hasta hacerlo irreconocible. A ellos y todos los que instruyen a los nuevos prospectos les debemos agradecimiento, por tanto quisiera retomar un pensamiento de Freddy Salazar que me parece resume lo que estoy comentando:
“Como verdaderos innovadores, reconozco a cuatro extraordinarios ejecutantes, Vicente Hernández “el Alegría”, el maestro Tapia, Roberto Salazar “El Chale”, Miguel Ángel Cisneros. Después de ellos y todos los demás maestros, lo que hemos hecho el resto, es copiar movimientos, y ponerles nuestro sello personal. Lo cual, creo que es válido, pero no debemos olvidar de quién aprendimos, reconocerles y darles siempre su crédito, “es de bien nacidos ser agradecidos”.
Danzón abanico de tonalidades (Página 174).
Aquellas personas que se acercan quizá tímidamente al danzón y todo aquel que quiera aprender este baile encontrará fácilmente quien le instruya, poco a poco descubrirá el que a su juicio es la persona con la que se siente mejor en cuanto al proceso de enseñanza aprendizaje, pero lo principal es incorporar y dar vigor a la comunidad danzonera que a través de bailadores y maestros fortalece día a día la cultura por este ritmo que nos concita.