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Vicisitudes de un congreso en Coyoacán

La cronista Mina Arreguín relata la serie de complicaciones que tuvo para realizar su segundo congreso de danzón en Coyoacán.

 ·  febrero 23, 2023
Vicisitudes de un congreso en Coyoacán
Foto: Cortesía Mina Arreguín.

Ya había realizado un congreso internacional de danzón la Ciudad de México. El primero, pero se me pasó la mano, acabé haciendo cuatro y uno en Guadalajara. Creo que a veces las personas que de alguna forma nos involucramos en la promoción del baile de danzón, al ver en retrospectiva algunas de las anécdotas y dificultades que surgen en cada evento, nos preguntamos cómo pude involucrarme en tantos problemas y es que eso de hacer un congreso de lunes a domingo. Sí fue un embrollo, no obstante al reflexionar con más calma el asunto, siempre acabo convencida de que el danzón me ha dado muchas cosas buenas en la vida que compensan con creces los reveses que se pudieran tener, a pesar de todo ahí está uno de nuevo involucrándose en un sinfín de aventuras de promoción del baile.

Para el segundo congreso, ya me habían dicho los funcionarios de la Secretaría de Cultura del todavía Distrito Federal que no había dinero, que a diferencia del 2009, se había cancelado el Programa Cultural de Primavera y la partida presupuestal de donde salían los recursos para mi congreso. Vaya noticia -pensé- por lo menos en esta segunda ocasión solo serían cuatro días, pero esta noticia no me hizo desistir, no sé si para animarme me dijeron que me ayudarían en todo lo que pudieran, pero no con dinero. Pues sí, el apoyo monetario era importante sobre todo para poder tener un evento gratuito, como había sido el anterior, en el que me habían contratado cinco orquestas incluyendo una de Veracruz: la “Tres Generaciones” que difícilmente se ve en los congresos fuera del puerto.

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Se me ocurrieron varias alternativas para tratar de subsanar la falta de recursos, la mejor era acudir a Laura Esquivel, la escritora del famoso libro Cómo agua para chocolate, sabedora que a Laura le gusta bailar y me conoce bien, después de todo yo le presenté a Caridad Valdés para que le enseñara los secretos del cuadrito y otros ritmos cubanos. Vinieron a mi mente los recuerdos de haber estado en su casa algunas veces cuando ella ensayaba danzón y también me tocó probar su exquisita cocina, no es casualidad que su novela más famosa contenga unas recetas y descripciones de su gastronomía familiar, que parecen salirse de las hojas de su novela y entrar por el olfato y el gusto de sus lectores.

Laura era en ese año la titular de la Delegación Coyoacán, y apelando a su amistad supuse que podría encontrar algún apoyo y los lugares adecuados para llevar a cabo mi evento. Como lo esperaba, en cuanto platiqué con ella me dijo que sí me apoyaría y hasta le agradó que mi segundo congreso se realizara en su delegación, en el bello barrio donde viví tantos años y en donde fui directora de la Casa de la Cultura Reyes Heroles. Me sentía orgullosa y hasta un poco responsable de haber llevado el danzón a esa zona de la ciudad con la participación del maestro Freddy Salazar, que desde que comenzó a dar clases en la Reyes Heroles, inició a numerosos adeptos al danzón con la indiscutible calidad de sus cursos.

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La actriz María Rojo en su homenaje. Foto: Cortesía Mina Arreguín.

Comencé por mostrar todo mi proyecto a la funcionaria que Laura había destinado dentro de la delegación a su cargo para que me ayudara, me comentó que Alejandra sería el enlace y que todo lo relacionado con el proyecto lo viera con ella. En realidad por esos días -me explicó- tenía muchos asuntos de toda índole que atender, desde los de tipo político y muy engorrosos, hasta los administrativos y la resolución de problemas variados de los habitantes de las colonias pertenecientes a la demarcación. Por ello -reiteró- una colaboradora suya y no ella directamente me ayudaría en todo lo que yo necesitara.

Iniciando las reuniones con Alejandra, a las primeras de cambio noté que ella no parecía interesarse en el asunto, incluso percibí que quizá no tenía mucha simpatía por mi persona, esas cosas se sienten, algo me decía que había una falsa amabilidad detrás de sus expresiones. La primera vez que nos reunimos en lugar de discutir sobre el proyecto que yo le mostraba, comentó que le parecía que yo era muy elegante y guapa, en un tono que me pareció extraño y más como reclamo que como adulación. En reuniones posteriores observaba que en lugar de proponer soluciones parecía que encontraba fácilmente restricciones e inconvenientes, y vino el segundo comentario: “Qué anda haciendo una mujer tan distinguida como usted con estos trabajitos”. Este último comentario ya me cayó francamente mal, además me daba cuenta de que las cosas no avanzaban, el tiempo sí, pero el proyecto no. Comenzaba a resignarme a que en el último de los casos tuviera que desembolsar mi propio dinero para pagar alguna orquesta, pues a pesar los gastos de todo tipo en que ya había incurrido, estaba presente este otro más oneroso.

Decidí olvidarme de la supuesta ayuda que Laura Esquivel me había ofrecido en la persona de Alejandra y no molestar más a mi amiga creándole un problema adicional. Fui “motu proprio” a la casa de la Cultura donde había sido directora y me dio gusto ver que muchos de los empleados aún me recordaban y apreciaban, me dijeron que podían arreglar la zona que requería que estaba un poco deteriorada pero que no habría problema, que lo único que debían hacer era dar cuenta a la delegación para informarles mediante un memorándum a fin de que no les programaran otra actividad. Inclusive me comentaron que con gusto ellos limpiaban y pintaban el área para tenerla lista en uno o dos días. Contenta me comunique por teléfono con Alejandra, ya que estaba resuelto lo del lugar para las muestras y solo le solicité el oficio que me pidieron como un mero formalismo, pero no comentó nada. Al siguiente día me llamó y me dijo que ahí no se podía porque habría otro asunto de una supuesta exposición, que me pareció más bien un nuevo pretexto, esa fue la última vez que hablé con ella.

Grupo de baile del papá de Daniel Rodríguez. Foto: Cortesía Mina Arreguín.

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Muy molesta y con la sensación de haber perdido un tiempo valioso, busqué otros lugares y afortunadamente encontré al director del Museo de Culturas Populares, Rodolfo Rodríguez a quien no conocía, amablemente me indicó que no requería de permisos de la Delegación y me escuchó atentamente. Al final me hizo un recorrido por todo el lugar y me dijo “estas son las áreas que puede usar, me acaban de pintar estas paredes, el espacio es suyo utilícelo como quiera». ¡Un problema menos!

La suerte parecía que comenzaba a reconciliarse conmigo, afortunadamente en casa de mi amiga Gaby Rodríguez en una reunión a la que fui invitada tuve en suerte platicar con Jesusa su hermana y Liliana Felipe acerca de mi congreso. Ahí Liliana me dijo que a ella le gustaría participar. Más tarde arribó a la reunión Laura Esquivel, y como se dice coloquialmente “se me prendió el foco”, y le comenté la propuesta de Homenaje a su amiga Liliana Felipe por su contribución al danzón, incluyendo la participación de la danzonera Dimas con quien ella había grabado bellos y famosos danzones como: Qué devuelvan, Isela Vega, ropa Interior y otros. Todo ello dentro de mi evento en el jardín Hidalgo, a Laura le pareció muy buena idea y aceptó.

El baile de gala fue resuelto también, con la ayuda del señor Jara en La Maraka, donde él mismo fue homenajeado, también se rindió homenaje a María Rojo. Mi amigo Juan Manuel de la Rosa recientemente fallecido, llegó al baile con Yolanda Montes Tongolele, fue una noche inolvidable, con música de Acerina y la Orquesta Universitaria de Pepe Luis. En el lugar se realizó la eliminatoria del segundo campeonato nacional de danzón del CNIDDAC y Tongolele bailó con el Sr. Jara, mientras Homero -a sugerencia mía- iba al recate de María Rojo quién era asediada por un par de bailadores ya mayorcitos, que querían acapararla toda la noche. Homero se la trajo cruzando la pista poco a poco a ritmo de danzón, hasta que llegó a nuestra mesa donde pudo descansar y ponerse platicar.

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De algún modo he tenido la suerte de que las cosas salgan bien, siempre hay personas que ayudan y a quien se debe agradecer su contribución desinteresada, por ejemplo en esa ocasión la invaluable ayuda del maestro Daniel Rodríguez muy jovencito en esos años, quien realizó en paralelo y dentro de mi congreso un buen baile en la Delegación Tláhuac. Mi agradecimiento también al Director del Museo de Culturas Populares de Coyoacán, a Liliana Felipe, a el señor Simón Jara; así como al Maestro cubano José Loyola, director de La Charanga de Oro y muchas otras personas amantes del danzón.

El baile de la Plaza Hidalgo en Coyoacán fue muy emotivo y lleno de público, con Liliana Felipe magistral interpretando sus temas y la danzonera Dimas a la que extraño y veo en pocas presentaciones. La plaza lució con el colorido que le es propio: el de los globos de colores, sus árboles, los algodones de azúcar, las ropas típicas que expenden sus comerciantes, los vendedores de artesanías y los trajes de los bailadores de danzón. Desde el templete donde estaba la danzonera y Liliana Felipe, distinguí entre la multitud la figura de Alejandra entre sorprendida y temerosa de acercarse hasta el micrófono donde yo estaba, quién iba a pensar que ella sería hoy la secretaria de Cultura.

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